Tamboril
La sinfonía de ladridos de trece perros viralatas delata a quien se asoma a la casa de Haydeé Martínez Rodríguez, la maestra que revolucionó la secundaria en Tamboril, que habita en la misma piel de la mujer siempre presta a conjugar el verbo servir. Queridísima por generaciones de estudiantes y por la comunidad que ha servido desde distintos comités, Haydeé recibe las visitas con las manos voluntariosas que no descansan siquiera en la tranquilidad del retiro magisterial.
Dando clases, que era lo mismo que darse a sí misma, Haydée permaneció 33 años. Fue directora del liceo nocturno de Tamboril hasta 1996. “Ser maestra tiene un valor increíble. Recibir a un niño o niña con la mente en blanco, orientarle, ir trabajando en su personalidad, no tiene precio”, afirma sin dejar de sonreír.
Para ella, la satisfacción del educador no puede medirse en dinero. ”No puede ponérsele costo a lo que no tiene”, refiere la mujer que también asistió a la niñez con dificultades de aprendizaje, quienes, deja bien claro, ameritan “mayor esfuerzo y también mucho más amor”.
Apegada al servicio
Desde la casona antigua donde atesora las fotos de sus hijas Haydeé Altagracia y Elena, la maestra y voluntaria tamborileña asegura sentirse feliz en todo lo que sea servicio. Actualmente trabaja por la Cruz Roja Dominicana y en distintas juntas de vecinos donde lucha por mejoras comunitarias. Lograr que se construya una escuela en El Arenazo de la comunidad de Canca es uno de los motivos de sus luchas.
Adelso Martínez, su colega del magisterio, la define como la persona más desprendida y desinteresada de Tamboril. “Su accionar siempre ha estado encaminado al desarrollo de la educación y la cultura. Aunque está retirada no ha bajado la guardia”, afirma.
Haydeé nunca ha sacado un pie de su patria chica. Ha tenido la manera de viajar, pero sus pisadas siguen rondando el hospital del municipio donde ha sido distinguida por su generosa asistencia a familias necesitadas de cariño, tiempo, dedicación. “Ella hace lo que haya que hacer”, testimonia una amiga que pidió mantenerse anónima.
