Licd. Anastacio Jiménez M.
Durante las campañas políticas de La República Dominicana los candidatos de los distintos partidos, desarrollan ardientes campañas proselitistas a los fines de ganar la confianza de la gente.
En estas jornadas de duro trabajo, los candidatos visitan las zonas rurales del país así como los barrios y las ciudades, moviéndose especialmente entre los sectores más pobres, tratando de persuadir a los votantes a travez de promesas que se han reiterado historicamente.
Los candidatos se ven obligados a abandonar sus lujosas oficinas para viajar a las zonas más apartadas del país y generalmente hacen un gran esfuerzo a los fines de que sus palabras y actitudes resulten creíbles a los ojos de las gentes, que en cada campaña los reciben en los barrios y campos de origen, deseosos de oír palabras con la fuerza y convicción necessaria para cambiar su estado de miseria. Los candidatos comienzan por abrazar a obreros en sus barrios, a sudorosos labriegos, y a amas de casa y muchas veces a sus desaliñados niños, ante los que tienen que inventar poses de agrado, cuando realmente están sintiendo todo lo contrario.
Sin embargo el caso de Hipólito Mejía ha demostrado ser la diferencia; ya que el candidato del Partido Revolucionario Dominicano ha tenido a lo largo de su historial político un comportamiento acorde con la sencillez que es inherente a su profesión y a su nacimiento; lo que le ha permitido exhibir un estilo de vida humilde, que le facilita pasar de la vida ordinaria a la vida del candidato en campaña sin esfuerzo prefabricado. Por eso su decir directo y su franca sonrisa.
Hipólito se une al grupo como cualquier otro de sus miembros, quedando esta verdad sublimisada, cuando demostró qué asumir la presidencia de La República era tan de humano, como representar con dignidad a la gente del campo y de los barrios de los que estamos hablando y a los que nunca olvidó desde el Palacio Nacional, pues que gran parte de sus programas fueron dirigidos para favorecer a los pobres del país.
Una de las mayores críticas que se les hicieron a Hipólito Mejía durante el tiempo que fue Presidente de la República, fue la de que no había olvidado su vida de Agrónomo, con lo que se quería insinuar que no había dejado de ser sencillo. Y creemos que ésta afirmación se acerca mucho a la verdad. Hipólito Mejía ha demostrado que ama tanto la tierra como ama al agricultor; que ama tanto los productos del agro como a los que los siembran y cosechan; y que ama tanto a los predios rurales del país como a sus pobladores; es por eso que con facilidad se comporta como ellos.
Y ese amor del Ingeniero Mejía es proyectado en sus planes de trabajo hacia todos los campos y barrios pobres, a los que se ha propuesto transformar para bien de la mayoría; siendo ésto lo que lo diferencia de los demás candidatos políticos que hemos conocido. El candidato del PRD no tiene que esforzarce para tratar en campaña a los votantes porque ha hecho vida con ellos. No tiene que aparentar nada para cargar a un niño hijo del pueblo porque lo ha hecho desde su juventud en casi todo el territorio nacional. Es este estilo de vida sencillo el que caracteriza a Hipólito Mejía y que lo diferencia de cualquier otro candidato.
Es decir, cuando el empresario Hipólito Mejía tiene que abandonar la normalidad de su función empresarial no lo nota; ni tampoco lo notan los empresarios del país que en él confían, porque la vida de Hipólito ha estado al servicio de la producción empresarial y de los pobres a travez de su trato franco; razón por la que Hipólito cae bien y por eso la aceptación a todos los niveles de la consigna “Llegó Papá”
Paterson NJ
Agosto 12/ 2011
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